Juan Vicente
Conde Sierra
Este es
el nombre que, en muchos países, en el nuestro se ajustó por una ley, y hoy se
llaman “enfermedades laborales” y se entiende por tales a las enfermedades que
le ocurren a los trabajadores y que son originadas en exposiciones reiteradas
en el ambiente de trabajo, en el cual se ha desempeñado o se está desempeñando[1]. Sin embargo hablar de enfermedades profesionales no es
una herejía y así se mencionan incluso en la misma ley.
Este
primer enfoque me obliga a aclarar, que una enfermedad profesional puede
aparecer, luego de varios años de haber ocurrido la exposición al factor de
riesgo, o, por el contrario, puede ser más cercana a la exposición. También
debo precisar que los riesgos en el trabajo, no son iguales y por esta razón,
las enfermedades profesionales que ocurren a un trabajador del sector minero,
son diferentes a las que le ocurren a un trabajador el sector financiero, por
ejemplo.
La
enfermedad profesional, es derivada de la exposición a factores de riesgo
propios del trabajo y a los cuales un trabajador se expone de manera reiterada
durante su vida laboral. La exposición puede ser a altas dosis de un factor de
riesgo, lo cual generaría una enfermedad más precoz y quizás más severa, o a
dosis no tan altas, pero por mucho tiempo, lo cual generará un cuadro de
enfermedad profesional progresivo e insidioso.
Son
ejemplos de este tipo de enfermedades, la sordera por ruido, el tan mencionado
recientemente, síndrome del túnel del carpo, asociado con movimientos o traumas
repetitivos de la mano o de la muñeca, la conocida silicosis - patología severa
pulmonar -, causada por una larga exposición a polvo de sílice en trabajos de
minería, canteras o muchos otros. Una patología extrema, que puede ser de tipo
profesional es el cáncer ocupacional, que se asocia con exposiciones a factores
de riesgo como el asbesto, la misma sílice, algunos tipos de cromo, el benceno,
el cloruro de vinilo, el polvo de madera, entre otros.
El
diagnóstico de una enfermedad profesional es un proceso que los médicos, cuando
en su consulta atienden trabajadores, deben desarrollar. Este proceso, como
todo en medicina, exige un conocimiento básico de la patología profesional, y
una capacidad para orientar el interrogatorio, hacia la exploración de la forma
como el trabajador desarrolla su actividad laboral, los elementos que debe
manipular, las sustancias que emplea, la jornada, los productos y subproductos
de su tarea y los demás detalles que orienten sobre la existencia del factor de
riesgo y la probable exposición. Así mismo, el médico que atiende al
trabajador, deberá, durante el interrogatorio al paciente-trabajador,
caracterizar la forma como el cuadro clínico fue apareciendo y registrar
detalladamente sus manifestaciones o expresiones clínicas, es decir la
aparición de signos o síntomas y su comportamiento.
Con
base en un muy buen interrogatorio, y con el apoyo de información de la empresa,
en donde deben existir registros de los exámenes de ingreso y periódicos
realizados a cada trabajador, los datos sobre el comportamiento y las
características ambientales del factor de riesgo, el médico podrá, con
muchísima probabilidad, sospechar y en algunos casos afirmar la presencia de
una enfermedad profesional. El proceso exige, en consecuencia, documentar las
características del ambiente laboral, y del cuadro clínico, con el fin de
establecer la relación de causalidad más probable, que es, en últimas, la base
de la afirmación de profesionalidad de un cuadro clínico determinado. Este
proceso es el talón de Aquiles del diagnóstico. En el sector salud al cual
asisten los trabajadores se carece de la capacidad de sospechar los cuadros y
los diagnósticos no se hacen.
Colombia,
como muchos otros países, carece de cifras reales en materia de enfermedad
profesional. La evidente tendencia de aumentar la cifra global reportada por el
Ministerio de la Protección Social – hoy de Trabajo -, la cual, solo refleja,
al compararla con los datos que un país con las características nuestras
debería tener. Solo nos permite afirmar, esta comparación, que se está lejos,
muy lejos de aproximarnos a una cifra real.
Las
cifras en países con gran desarrollo industrial y con gran respeto por el
ambiente laboral y sobre todo por la vida y salud de los trabajadores,
presentan tasas que se superaron los 8.000 y en otros de 500 casos por cada 100
mil trabajadores. Las últimas cifras en tasas por cien mil trabajadores de nuestro
Ministerio, que están publicadas en su página web, son de 101,13 para el
2009; 136,81 para el 2010; 111,5 para
2011 y 112,97 para 2012[2]. Un poco lejos de los niveles de referencia.
En Finlandia se ha considerado
que hasta un 4% del total de muertes se deben a factores
ocupacionales.
Según
las cifras del Bureau of Labor Statistics de USA, para
el año 2002, entre los 139 millones de trabajadores de ese país, cada día ocurrieron:
15 muertes por accidentes de
trabajo
134 muertes
por enfermedades del trabajo
738 trabajadores desarrollan una enfermedad profesional
6.307 pierden días de trabajo por
accidentes o enfermedades del trabajo
11.000 Son
tratados en servicios de urgencias por accidentes o enfermedades del trabajo.
En donde están las dificultades para
conocer la realidad de este fenómeno, que reflejaría el esfuerzo del empleador
por garantizar un ambiente de trabajo libre de riesgos?
Las cifras comentadas, podrían hacer
pensar, a un lector desprevenido, que estamos en mejores condiciones que
Finlandia, Suecia o Estados Unidos, en materia de prevención de riesgos del
trabajo, pero la realidad es, que tenemos una gigantesca ignorancia al respecto
y que no desarrollamos actividades serias en prevención y control de riesgos laborales.
El cuerpo médico y en general el sector
salud, está en mora de mejorar el conocimiento de la patología ocupacional para
poder atender a un trabajador y explorar la relación existente entre sus signos
o síntomas con una potencial exposición ocupacional. Se dirá y con toda razón,
que no hay oportunidad para esto y que si se tuviera el conocimiento, una
consulta médica de las ofertadas en el mercado, de 15 a 20 minutos, nunca
permitirá que se profundice en la exploración de los orígenes de un problema de
salud y menos de un problema de salud asociado con el trabajo.
El trabajador, todos los trabajadores,
tenemos la obligación de exigirle al médico, cuando le consultamos, que siempre
descarte la posibilidad de que el cuadro clínico que tengamos, se relacione con
el trabajo y se documente su positiva o negativa asociación y que si la
sospecha, seamos remitidos a los especialistas en patología laboral, los
médicos del trabajo, para que soporten o descarten complementariamente la
sospecha.
Un
diagnóstico bien hecho, puede significar la posibilidad de evitar nuevos casos
si se interviene en la empresa con estrategias de control. Un caso no
diagnosticado significa, además de la pérdida de una oportunidad de prevención,
la pérdida de derechos del trabajador para que su enfermedad cuente con todas,
absolutamente con todas las posibilidades para que sea atendido, sin la odiosa
restricción del conocido POS, en búsqueda de una rápida recuperación y un
regreso oportuno al trabajo.
No
sobra aclarar, que este primer análisis del tema, se relaciona con los
trabajadores formales, es decir, con los cubiertos por el Sistema General de
Riesgos Laborales y no con los del denominado sector informal, en el cual se
debate entre el 57 y el 60% de la fuerza laboral colombiana.
Médico,
si acepta atender en su consulta trabajadores, su deber ético es conocer la
patología laboral.
EPS su
deber es ofrecer médicos con el conocimiento de la patología laboral, si acepta
atender en sus redes asistenciales, a trabajadores. (Esto es “perogrullo”)
A los
especialistas en salud ocupacional de todas las profesiones, les quiero
recordar que es un deber ineludible el de aportar la información para
consolidar los diagnósticos de enfermedad profesional. Si todos hacemos el
esfuerzo, lograremos que surja la realidad y a partir de ella, comenzaremos
entre todos, a disminuir la incidencia de casos, al tener claramente la certeza
de donde se originan y porque ocurren y al realizar el control necesario del
riesgo.
A los
trabajadores, y todos los somos, o lo hemos sido, o lo serán, la salud es un
patrimonio inmenso…!
La
sociedad, en pleno, debe cuidar la salud de los trabajadores, pues ellos son
los que hacen rico este país, con su cotidiana labor.
[1] El reciente ajuste normativo
nacional, en Colombia, modificó este nombre por el de enfermedad laboral y al
Sistema de Riegos Profesionales por el de Riesgos Laborales.
[2]De 2013 solo está disponible el dato
hasta junio con 5.385 casos y con una tasa de 66,47 por cien mil trabajadores.