sábado, 8 de marzo de 2014

La Enfermedad Profesional


 
Juan Vicente Conde Sierra
         jvconde53@hotmail.com
Vicepresidente de la Sociedad Colombiana de Medicina del Trabajo


Este es el nombre que, en muchos países, en el nuestro se ajustó por una ley, y hoy se llaman “enfermedades laborales” y se entiende por tales a las enfermedades que le ocurren a los trabajadores y que son originadas en exposiciones reiteradas en el ambiente de trabajo, en el cual se ha desempeñado o se está desempeñando[1]. Sin embargo hablar de enfermedades profesionales no es una herejía y así se mencionan incluso en la misma ley.
Este primer enfoque me obliga a aclarar, que una enfermedad profesional puede aparecer, luego de varios años de haber ocurrido la exposición al factor de riesgo, o, por el contrario, puede ser más cercana a la exposición. También debo precisar que los riesgos en el trabajo, no son iguales y por esta razón, las enfermedades profesionales que ocurren a un trabajador del sector minero, son diferentes a las que le ocurren a un trabajador el sector financiero, por ejemplo. 
La enfermedad profesional, es derivada de la exposición a factores de riesgo propios del trabajo y a los cuales un trabajador se expone de manera reiterada durante su vida laboral. La exposición puede ser a altas dosis de un factor de riesgo, lo cual generaría una enfermedad más precoz y quizás más severa, o a dosis no tan altas, pero por mucho tiempo, lo cual generará un cuadro de enfermedad profesional progresivo e insidioso.
Son ejemplos de este tipo de enfermedades, la sordera por ruido, el tan mencionado recientemente, síndrome del túnel del carpo, asociado con movimientos o traumas repetitivos de la mano o de la muñeca, la conocida silicosis - patología severa pulmonar -, causada por una larga exposición a polvo de sílice en trabajos de minería, canteras o muchos otros. Una patología extrema, que puede ser de tipo profesional es el cáncer ocupacional, que se asocia con exposiciones a factores de riesgo como el asbesto, la misma sílice, algunos tipos de cromo, el benceno, el cloruro de vinilo, el polvo de madera, entre otros.
El diagnóstico de una enfermedad profesional es un proceso que los médicos, cuando en su consulta atienden trabajadores, deben desarrollar. Este proceso, como todo en medicina, exige un conocimiento básico de la patología profesional, y una capacidad para orientar el interrogatorio, hacia la exploración de la forma como el trabajador desarrolla su actividad laboral, los elementos que debe manipular, las sustancias que emplea, la jornada, los productos y subproductos de su tarea y los demás detalles que orienten sobre la existencia del factor de riesgo y la probable exposición. Así mismo, el médico que atiende al trabajador, deberá, durante el interrogatorio al paciente-trabajador, caracterizar la forma como el cuadro clínico fue apareciendo y registrar detalladamente sus manifestaciones o expresiones clínicas, es decir la aparición de signos o síntomas y su comportamiento.
Con base en un muy buen interrogatorio, y con el apoyo de información de la empresa, en donde deben existir registros de los exámenes de ingreso y periódicos realizados a cada trabajador, los datos sobre el comportamiento y las características ambientales del factor de riesgo, el médico podrá, con muchísima probabilidad, sospechar y en algunos casos afirmar la presencia de una enfermedad profesional. El proceso exige, en consecuencia, documentar las características del ambiente laboral, y del cuadro clínico, con el fin de establecer la relación de causalidad más probable, que es, en últimas, la base de la afirmación de profesionalidad de un cuadro clínico determinado. Este proceso es el talón de Aquiles del diagnóstico. En el sector salud al cual asisten los trabajadores se carece de la capacidad de sospechar los cuadros y los diagnósticos no se hacen.
Colombia, como muchos otros países, carece de cifras reales en materia de enfermedad profesional. La evidente tendencia de aumentar la cifra global reportada por el Ministerio de la Protección Social – hoy de Trabajo -, la cual, solo refleja, al compararla con los datos que un país con las características nuestras debería tener. Solo nos permite afirmar, esta comparación, que se está lejos, muy lejos de aproximarnos a una cifra real. 
Las cifras en países con gran desarrollo industrial y con gran respeto por el ambiente laboral y sobre todo por la vida y salud de los trabajadores, presentan tasas que se superaron los 8.000 y en otros de 500 casos por cada 100 mil trabajadores. Las últimas cifras en tasas por cien mil trabajadores de nuestro Ministerio, que están publicadas en su página web, son de 101,13 para el 2009;  136,81 para el 2010; 111,5 para 2011 y 112,97 para 2012[2]. Un poco lejos de los niveles de referencia.
En Finlandia se ha considerado que hasta un 4% del total de muertes se deben a factores ocupacionales.  

Según las cifras del Bureau of Labor Statistics de USA, para el año 2002, entre los 139 millones de trabajadores de ese país, cada día ocurrieron:
15        muertes por accidentes de trabajo


134      muertes por enfermedades del trabajo
738      trabajadores desarrollan una enfermedad profesional
6.307   pierden días de trabajo por accidentes o enfermedades del trabajo
11.000 Son tratados en servicios de urgencias por accidentes o enfermedades del trabajo.

En donde están las dificultades para conocer la realidad de este fenómeno, que reflejaría el esfuerzo del empleador por garantizar un ambiente de trabajo libre de riesgos?  

Las cifras comentadas, podrían hacer pensar, a un lector desprevenido, que estamos en mejores condiciones que Finlandia, Suecia o Estados Unidos, en materia de prevención de riesgos del trabajo, pero la realidad es, que tenemos una gigantesca ignorancia al respecto y que no desarrollamos actividades serias en prevención y control de riesgos laborales.  
 
El cuerpo médico y en general el sector salud, está en mora de mejorar el conocimiento de la patología ocupacional para poder atender a un trabajador y explorar la relación existente entre sus signos o síntomas con una potencial exposición ocupacional. Se dirá y con toda razón, que no hay oportunidad para esto y que si se tuviera el conocimiento, una consulta médica de las ofertadas en el mercado, de 15 a 20 minutos, nunca permitirá que se profundice en la exploración de los orígenes de un problema de salud y menos de un problema de salud asociado con el trabajo.  

El trabajador, todos los trabajadores, tenemos la obligación de exigirle al médico, cuando le consultamos, que siempre descarte la posibilidad de que el cuadro clínico que tengamos, se relacione con el trabajo y se documente su positiva o negativa asociación y que si la sospecha, seamos remitidos a los especialistas en patología laboral, los médicos del trabajo, para que soporten o descarten complementariamente la sospecha.  

Un diagnóstico bien hecho, puede significar la posibilidad de evitar nuevos casos si se interviene en la empresa con estrategias de control. Un caso no diagnosticado significa, además de la pérdida de una oportunidad de prevención, la pérdida de derechos del trabajador para que su enfermedad cuente con todas, absolutamente con todas las posibilidades para que sea atendido, sin la odiosa restricción del conocido POS, en búsqueda de una rápida recuperación y un regreso oportuno al trabajo.
No sobra aclarar, que este primer análisis del tema, se relaciona con los trabajadores formales, es decir, con los cubiertos por el Sistema General de Riesgos Laborales y no con los del denominado sector informal, en el cual se debate entre el 57 y el 60% de la fuerza laboral colombiana.
Médico, si acepta atender en su consulta trabajadores, su deber ético es conocer la patología laboral.
EPS su deber es ofrecer médicos con el conocimiento de la patología laboral, si acepta atender en sus redes asistenciales, a trabajadores. (Esto es “perogrullo”) 
A los especialistas en salud ocupacional de todas las profesiones, les quiero recordar que es un deber ineludible el de aportar la información para consolidar los diagnósticos de enfermedad profesional. Si todos hacemos el esfuerzo, lograremos que surja la realidad y a partir de ella, comenzaremos entre todos, a disminuir la incidencia de casos, al tener claramente la certeza de donde se originan y porque ocurren y al realizar el control necesario del riesgo.   
A los trabajadores, y todos los somos, o lo hemos sido, o lo serán, la salud es un patrimonio inmenso…!
La sociedad, en pleno, debe cuidar la salud de los trabajadores, pues ellos son los que hacen rico este país, con su cotidiana labor.  


[1] El reciente ajuste normativo nacional, en Colombia, modificó este nombre por el de enfermedad laboral y al Sistema de Riegos Profesionales por el de Riesgos Laborales.
[2]De 2013 solo está disponible el dato hasta junio con 5.385 casos y con una tasa de 66,47 por cien mil trabajadores.